Los policiales Españoles

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De un tiempo a esta parte me he vuelto “una seriefila” de los policiales españoles.

De casualidad, en el canal Europa Europa pesque El Príncipe y me atrapó.

Esta serie – de la televisión española – se basa en un grupo de policías que trabajan en la localidad El Príncipe, ubicada en África, muy cerca de Marruecos.

Entre los atractivos de la tira, sin duda se lleva una cuota alta el romance entre un joven policía de Madrid, recién llegado a la comisaria para hacerse cargo y una atractiva musulmana, con ojos cautivantes que da clase en un centro de estudios para jóvenes del lugar. Esta combinación nunca falla, dos culturas diferentes y hasta enfrentadas, que se enamoran contra todos y todas.

Por otra parte, durante la historia se muestra una realidad de la que el gobierno español no puede escapar.

Príncipe Alonso, la localidad donde transcurre la serie, es un lugar peligroso, manejado por traficantes de droga y centro de recluta de los terroristas, muchos jóvenes españoles de origen musulmán.

En varios capítulos también se trata el tema de la desigualdad en cuanto a la calidad de ciudadano español de alguien del continente respecto de los nativos de las tierras de España en África.

También se aborda de manera directa y cruda. Por ejemplo, cómo los organismos antiterrorismo de los países europeos manipulan información e influencias para mantener vivo el negocio de la persecución e inteligencia sobre los atentados terroristas, fuente de sus ingresos.

Por otra parte, la mayoría de los capítulos están filmados en exteriores, y el paisaje es bellísimo, como la ambientación lograda en el seno de un hogar típicamente musulmán.

Desde la decoración hasta las comidas, pasando por el trato familiar. Muy revelador.

Cumplidas las dos temporadas de la serie, e impactada por la trama y la manera de contarla, ahondé en otras series de la misma nacionalidad. Así llegue a Mar de Plástico.

Esta serie – desarrollada en Almería – comienza con el asesinato de una jovencita, que luego es seguido por otros crímenes.

Ya son una serie de asesinatos, que se mezclan con la realidad de un pueblo dedicado a la siembra y cultivo de tomate, comandado por una compañía central perteneciente a un terrateniente venido a más.

Esta empresa trata a sus empleados casi como a esclavos, muchos de ellos son inmigrantes indocumentados de origen africano y también musulmanes.

Esta condición le permite al dueño de la empresa abusar del trabajo de esta gente, por una paga menor, llegando a la explotación de los seres humanos.

La política juega un rol muy importante. La alcaldesa está involucrada con el personaje central dueño de la monopólica compañía de tomates del lugar, siendo además madre de la primera víctima fatal.

A mi gusto, podrían haber sido más duros con su rol, pero se ve que estoy influenciada por mi propia realidad.

En esta serie se muestra a una familia gitana, con sus costumbres, sus negocios, sus creencias. Los valores que pregonan y lo difícil de integrarse con otras familias.

Aquí también hay historias de amor, policías corruptos y un condimento saliente: ex combatientes de la Guerra del Golfo.

Mostrando el rol del gobierno español con estas personas, sus vidas y sus familias. No lo dejan bien parado por cierto.

No se la pierdan, es intrigante, cautivante y por momentos de bastante miedo. Siempre regada de una buena cuota de suspenso.

Para coronar esta etapa personal de la seriefilia por la que ando, me lance a ver La Casa de Papel.

Aquí se corona la ya altísima opinión del género policial – producido y creado por España – que fui descubriendo en los últimos tiempos.

La historia se basa en un atraco, pero no uno común. Se quieren robar dinero del Museo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España. Dos mil cuatrocientos millones de euros.

Toda esa pasta junta es un sueño para cualquiera tía!

La filmación muestra alternadamente el presente de lo que va aconteciendo durante el robo, que además incluye una gran cantidad de rehenes, con los preparativos previos.

Hay momentos graciosos, se cuentan historias de los protagonistas, sus vidas y sus inclinaciones sexuales. Vivencias entre ellos, generando en el espectador cierta simpatía por este grupo de malhechores.

Aquí el cerebro de la organización delictiva es un tipo amable, culto, sensible y muy educado; además de bien parecido.

Del otro lado, la persona responsable de comandar la negociación para la liberación de los rehenes es una mujer policía, experimentada y de gran personalidad, bastante sexi por cierto.

Pero para su desgracia está atravesando un mal momento personal con el padre de su hija, miembro también de la policía de España. Y aquí, la serie no deja pasar esa costumbre, que hace la sociedad toda, de prejuzgar a las personas en su trabajo y profesionalidad, por su entrecasa. Mal parada sale de esta nuestra policía estrella.

Situación que no la pone en buenos términos con sus jefes.

Durante los capítulos también se muestra a la CNI – equivalente a la SIDE argentina – como un organismo que ejerce su poder de manera autoritaria, mediante manipuleos y con muy poca sensibilidad social.

Por lo visto no muy diferente a ambos lados del Atlántico.

El final es simpático, y hasta romántico, pero durante gran parte de la serie hay episodios de alta violencia y también de fuerte contenido erótico, lo anticipo porque no parece una serie para ver con los más chicos de la casa.

La recomiendo, sí o sí, muy bien lograda, atrapante de principio a fin.

Una constante – que es sano evitar, -mirar todos los capítulos seguidos. Es cierto que Netflix nos permite hacerlo, pero no está bueno.

Disfrutarlos con algunos días de intervalo suma.

Hasta pronto.
Graciela Baldomir.

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